Tendría que empezar acotando que el título de estas instrucciones no carece de facultades gramaticales ni mentales. Por el contrario, establece un vínculo con la elegancia más sencilla y recatada con la que se podría contar (y probablemente por eso se ningunea).
Estar-así-, requiere mucho más que no hacer nada. Seguramente ahí encuentra su dificultad. Estar involucra reconocer (y re-reconocer el instante, su inicio, estabilidad y conclusión). O sea, aparentemente puedes estar haciendo nada, pero estás haciendo algo.
De otro modo, significaría algo tan básico como elemental, puedes estar haciendo algo incluso, pero con la abierta opción de darle un sentido mucho más geométrico, entero: si estás comiendo, estarás comiendo. Si estás leyendo esto, sólo estarás leyendo esto. ¿Es tan difícil?
Por un instante esto supone algo primitivo y poco auspicioso para una vida productiva, repleta de cosas qué hacer, con el reloj de gendarme y el jefe echando bronca por cualquier movimiento en falso. Sin embargo, cuando te preguntas qué es lo que estás produciendo (en todos sentidos), este “estar” puede erigirse como paladín de una experiencia completamente diferente.
Re-reconocer el estar es dejar caer la mente conceptual. Es soltar. Se suelta la fijación y la ideación que nubla, distrae y desenfoca la experiencia de ese momento, y por lo mismo conecta con una experiencia lo más parecido a un autómata. ¿O no hay movimientos y eventos que haces “en automático”?
Probablemente si fuera un sólo momento el que queda distraído y aletargado no habría alarma alguna. El problema es que ni siquiera llega a ser a la inversa porque no hay mayor interés ni esfuerzo por contar con un momento lúcido, y luego otro, hilados subsecuentemente.
Que la mente tenga genuina presencia y no se distraiga, momento a momento, supone un esfuerzo que tendríamos que considerar como parte de cualquier movimiento y afección en el proceso vital pero al parecer está en un USB distinto al disco duro con el que nacemos. Sólo al parecer, porque en realidad forma parte de la misma mente y es ahí donde la fractura aparente hace doblemente interesante este ejercicio. Por un lado tienes que cultivar atención, y por otra, con dicha atención, observarás la calidad de la misma atención. Sin retruécano. Ligerito.
Re-reconocer el momento es una acción muy simple. Basta practicarlo para familiarizarse con él, y una vez ejercitado, desde el hecho de estar sentado, hasta un momento de profundo estrés puede ser reconocido en su amplitud. Por eso, para liberarlo, es indispensable reconocerlo.
Este pequeño switch, este instante de autoinvestigación puede suponer un cambio de estructura en cómo es concebido, precisamente dicho instante. Ahora, para erizar el pelo basta ponderar lo que sucedería si este ejercicio se estabilizara y se reiterara durante todo el día, todos los días…
@elnavarrete
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