Paso 1. Sé honesto. La lógica y la
experiencia nada tienen que hacer aquí. Suelen ser dulces enemigas que se
viborean una a la otra. Por eso la idea original de este texto era, frente a
semejante título, dejar en blanco la página y establecer como especie de
conclusión, algo así como: «¿Alguien tiene una idea relevante al
respecto?»
experiencia nada tienen que hacer aquí. Suelen ser dulces enemigas que se
viborean una a la otra. Por eso la idea original de este texto era, frente a
semejante título, dejar en blanco la página y establecer como especie de
conclusión, algo así como: «¿Alguien tiene una idea relevante al
respecto?»
Paso 2. Sé realista. No es que
necesariamente las mujeres sean complejas. Independientemente de que a últimas
fechas se han empeñado en demostrármelo, e incluso, en un acto de honestidad
terminal me lo han aceptado como si se tratara de una criminal confesión de
género, no hay sexismo de por medio en estas letras. Me tocó ser hombre y desde
esta trinchera es que lo observo (sabiendo que también tenemos lo nuestro y que
será objeto de tema para otra entrega).
necesariamente las mujeres sean complejas. Independientemente de que a últimas
fechas se han empeñado en demostrármelo, e incluso, en un acto de honestidad
terminal me lo han aceptado como si se tratara de una criminal confesión de
género, no hay sexismo de por medio en estas letras. Me tocó ser hombre y desde
esta trinchera es que lo observo (sabiendo que también tenemos lo nuestro y que
será objeto de tema para otra entrega).
Paso 3. Olvida esa
pregunta.
¿Qué tienes?, preguntas perplejo (y también lo otro) frente a un rostro que
parece estar a punto de iniciar una revuelta social. La respuesta inexorable y
quintaescencial (que además dominamos como civilización): «Nada». Y
en ese nihilismo flotan caras largas, monosílabos y filosas miradas que
pretenden que uno haga el gasto y adivine el crimen y la táctica para ser
reparado esto, así vaya en contra de la naturaleza. Mientras tanto, un dentista
haciendo una endodoncia es caramelo en comparación con la escena.
pregunta.
¿Qué tienes?, preguntas perplejo (y también lo otro) frente a un rostro que
parece estar a punto de iniciar una revuelta social. La respuesta inexorable y
quintaescencial (que además dominamos como civilización): «Nada». Y
en ese nihilismo flotan caras largas, monosílabos y filosas miradas que
pretenden que uno haga el gasto y adivine el crimen y la táctica para ser
reparado esto, así vaya en contra de la naturaleza. Mientras tanto, un dentista
haciendo una endodoncia es caramelo en comparación con la escena.
Paso 4. Cuando un Sí
es No.
Imposible saber cuándo un «Sí» es un «Sí», por explícita
que sea la Semántica. Tendrás que bucear en un laberinto emocional de
interpretaciones y conjeturas, ya que ese «Sí» no sólo puede ser lo
opuesto, sino múltiples y euclidianas combinaciones que con el menor paso en
falso podrán (y deberán) detonar una mina irreparable en el terreno (que
conduzcan a su vez, a una nueva y mejor pelea).
es No.
Imposible saber cuándo un «Sí» es un «Sí», por explícita
que sea la Semántica. Tendrás que bucear en un laberinto emocional de
interpretaciones y conjeturas, ya que ese «Sí» no sólo puede ser lo
opuesto, sino múltiples y euclidianas combinaciones que con el menor paso en
falso podrán (y deberán) detonar una mina irreparable en el terreno (que
conduzcan a su vez, a una nueva y mejor pelea).
Paso
5. Ejemplos.
Si algo se asemeja con la simplicidad que guarda una mujer, es con su bolsa de
mano. La acrobacia para encontrar el boleto de estacionamiento mientras fuma un
cigarro, hace una llamada y se retoca el maquillaje es comparable con la idea
de arrojarse del auto en movimiento, antes de manejar en reversa o cosechar un
nivel de viboreo que sea sutil, pero dañino y con estilo. Y como esto, el
listado es inagotable, pero ¿qué sería del juego sin las mujeres?
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