Paso 1. Accesabilidad. El claxon es un arma que se vuelve
irresistible en una ciudad como esta por dos factores. Uno, el tránsito que
proyecta el parabrisas, y dos, seductoramente contar con ese instrumento en
medio del volante para hacer ruido de acuerdo a los niveles de estrés y
frustración que se experimente.
irresistible en una ciudad como esta por dos factores. Uno, el tránsito que
proyecta el parabrisas, y dos, seductoramente contar con ese instrumento en
medio del volante para hacer ruido de acuerdo a los niveles de estrés y
frustración que se experimente.
Paso 2. Cultiva tu desesperación con sabiduría. La ciudad, como buena megalópolis, tiene la
virtud de contar con múltiples frentes para desquiciarte, pero una de las más
efectivas es probar toda paciencia y autocontrol mientras estás metido en un
habitáculo de tres por tres, durante tres horas. Para los diez minutos de haber
iniciado la travesía te encontrarás apretando la palanca con la mandíbula dura,
lanzando insultos en 360… hasta que volteas a ver, con cierto gesto de
hallazgo, lo que aguarda en medio de ese volante.
virtud de contar con múltiples frentes para desquiciarte, pero una de las más
efectivas es probar toda paciencia y autocontrol mientras estás metido en un
habitáculo de tres por tres, durante tres horas. Para los diez minutos de haber
iniciado la travesía te encontrarás apretando la palanca con la mandíbula dura,
lanzando insultos en 360… hasta que volteas a ver, con cierto gesto de
hallazgo, lo que aguarda en medio de ese volante.
Paso 3. El claxon es tu voz. Somos seres tan autocentrados que ni aunque
nos toquen el claxon, reparamos en ello. Y hasta en el tuneado auto se busca
reflejar la imagen y la semejanza al dueño en turno.
nos toquen el claxon, reparamos en ello. Y hasta en el tuneado auto se busca
reflejar la imagen y la semejanza al dueño en turno.
Si los faros son los
ojos, la voz será la bocina. Este grito atormentado (¿te has dado cuenta de
que, lógicamente, el claxon de un subcompacto es molestamente agudo y el de un
tráiler grave y horrible?) tiene la función convencional de llamar la atención
de enemigos potenciales.
ojos, la voz será la bocina. Este grito atormentado (¿te has dado cuenta de
que, lógicamente, el claxon de un subcompacto es molestamente agudo y el de un
tráiler grave y horrible?) tiene la función convencional de llamar la atención
de enemigos potenciales.
Paso 4. Decodifica el claxon. El claxon es un regaño. Estás diciéndole
“¡estúpido!” al infeliz que se metió al carril sin haber puesto la direccional
y como echándose un clavado frente a tu defensa. Es importante notar que se
trata de TU defensa (no la del auto), por lo que cobra mayor relevancia ir por
la calle aleccionando gente a través de echar las altas y tocar las bocinas.
“¡estúpido!” al infeliz que se metió al carril sin haber puesto la direccional
y como echándose un clavado frente a tu defensa. Es importante notar que se
trata de TU defensa (no la del auto), por lo que cobra mayor relevancia ir por
la calle aleccionando gente a través de echar las altas y tocar las bocinas.
Paso 5. La voz de tu vecino. Una vez que democráticamente decides levantar
la voz de tu auto, puedes esperar lo que sea (del mundo y de ti). La ley de la
causalidad aparecerá en cualquier instante y son esos segundos de aparente mar
en calma los que realmente tensionan. Hasta que el microbús al que regañaste responde
con toda la furia de su alfombrita en el tablero, bola ocho en la palanca,
altar a todos los santos (y accidentes posibles), neón en placa, y por supuesto
¡un claxon acorde a la ocasión vial: gritos de tarzán, Macarena, Lambada,
trinos de ave y otros encuentros sinfónicos que hagan del claxon, algo que
valga la pena.
la voz de tu auto, puedes esperar lo que sea (del mundo y de ti). La ley de la
causalidad aparecerá en cualquier instante y son esos segundos de aparente mar
en calma los que realmente tensionan. Hasta que el microbús al que regañaste responde
con toda la furia de su alfombrita en el tablero, bola ocho en la palanca,
altar a todos los santos (y accidentes posibles), neón en placa, y por supuesto
¡un claxon acorde a la ocasión vial: gritos de tarzán, Macarena, Lambada,
trinos de ave y otros encuentros sinfónicos que hagan del claxon, algo que
valga la pena.
Tocar el claxon, como
verás, vuelve más divertida la jornada, pero hace más frágil la intolerancia.
verás, vuelve más divertida la jornada, pero hace más frágil la intolerancia.
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asombroautosbalancecabezacaminarcausaclaxonconcienciacondicionamientosconsecuenciacuriosidaddedosdirección
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