La música de Wagner es
mucho mejor de lo que suena.
mucho mejor de lo que suena.
-Edgar Wilson Nye
Paso 1. Observa el caos. Hay momentos en los que el
cisticerco mental ocupa una posición privilegiada en la estima personal y se
incrusta en lo más recóndito del sándwich diario… hasta que la olla express revienta.
Son instantes estertores en los
que no hace falta que lluevan orines para estar seguro de que todo es un
complot y que los temores, expectativas, ilusiones y hasta pesadillas se han
materializado para alienar el momento.
cisticerco mental ocupa una posición privilegiada en la estima personal y se
incrusta en lo más recóndito del sándwich diario… hasta que la olla express revienta.
Son instantes estertores en los
que no hace falta que lluevan orines para estar seguro de que todo es un
complot y que los temores, expectativas, ilusiones y hasta pesadillas se han
materializado para alienar el momento.
Paso 2. El ruido siempre complica las cosas. Especialmente en horas
pico se está tan cerca del infierno, que todos parecen Lucifer (de verdad
parece que la más sucia trampa que tiene el demonio es hacernos pensar que no
existe). Y en ese pensamiento demoníaco-existencial es que sobreviene una muy
corta y delicada mecha al ritmo de claxonazos, mentadas, gritos mentales y
otras delicadas herramientas de tu arsenal de neurosis cotidiana.
pico se está tan cerca del infierno, que todos parecen Lucifer (de verdad
parece que la más sucia trampa que tiene el demonio es hacernos pensar que no
existe). Y en ese pensamiento demoníaco-existencial es que sobreviene una muy
corta y delicada mecha al ritmo de claxonazos, mentadas, gritos mentales y
otras delicadas herramientas de tu arsenal de neurosis cotidiana.
Paso 3. Un pedazo de madera. Frente a este umbral de
caos, agachar la cabeza para calzarla de acuerdo al silencio más sabroso es
como meter la cabeza en una alberca y escuchar la expansividad del espacio. En
esa repentina penumbra sonora que parece envolver al policía, al peatón y al
patán, empezarás a sentir una especie de frescura en el rostro, signo de que el
botón fue correctamente oprimido. Irás por la calle con una sonrisota cual pez,
dado que todo aquello que sirva como fuente sonora, habrá sido derrocada de tal
capacidad. Te has convertido en un pedazo de madera. Lo mejor que alguien así
de agitado podría hacer. Sólo saber que te afecta porque lo permites.
caos, agachar la cabeza para calzarla de acuerdo al silencio más sabroso es
como meter la cabeza en una alberca y escuchar la expansividad del espacio. En
esa repentina penumbra sonora que parece envolver al policía, al peatón y al
patán, empezarás a sentir una especie de frescura en el rostro, signo de que el
botón fue correctamente oprimido. Irás por la calle con una sonrisota cual pez,
dado que todo aquello que sirva como fuente sonora, habrá sido derrocada de tal
capacidad. Te has convertido en un pedazo de madera. Lo mejor que alguien así
de agitado podría hacer. Sólo saber que te afecta porque lo permites.
Paso 4. Verdadero silencio. No hace falta, sin
embargo, dejar de hablar para quedarte en silencio. Darle una finalidad
utilitaria a esto representaría cortar el discurso interior que le da una
ridícula gomosidad a la concentración y permite que la discursividad sea la
carta de cambio diaria. Y se viva en automático.
embargo, dejar de hablar para quedarte en silencio. Darle una finalidad
utilitaria a esto representaría cortar el discurso interior que le da una
ridícula gomosidad a la concentración y permite que la discursividad sea la
carta de cambio diaria. Y se viva en automático.
Por eso no es
ocioso secretear (con los decibeles indicados), que el silencio es un
privilegio y no una obligación.
ocioso secretear (con los decibeles indicados), que el silencio es un
privilegio y no una obligación.
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