Las palabras son estructura.
Guardan un orden y una lógica que muchos catálogos suspirarían.
Con lógica y orden propios, hoy amanezco viendo el no-tapiz de mis paredes (será por mi nuevo empleo de observador internacional, aunque ya hayan pasado las elecciones) y con un lienzo mucho más blanco que esta página antes de pensar la primera «L», describo mi nueva trama, una que sea ventana y puente; que comunique el arte de conectar consigo mismo y de poder atribuir educación a la planta del pie.
Así, con estas ganas de inscribir en la pared a todos mis niños posibles, los tomo de la mano, los ordeno sin orden ni lógica, y los estampo en la pared.
Ahí tengo los dibujos, los colores y esperanzas donde tienen que estar, ya que un tapiz es el verdadero tutor de ese espacio en el que duermes, respiras y conflagras nuevos órdenes y lógicas.
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