Paso 1. Mi
reino por un Mirrey
reino por un Mirrey
Nadie supo cómo ni por qué. Menos aún para qué. Tal vez se debió a
ese desastre retro de no encontrar un
común denominador generacional, que tuvimos que voltear hacia atrás y volver in lo out, main lo alter y chido lo naco. Esa fue la
respuesta de ser contreras hasta en los estereotipos y hurgar ociosamente en
los extremos. El Mirrey, lo más absurdo de los años 80 por el culto al ego y la
superficialidad, regresó, desde hace un par de años, reloaded.
ese desastre retro de no encontrar un
común denominador generacional, que tuvimos que voltear hacia atrás y volver in lo out, main lo alter y chido lo naco. Esa fue la
respuesta de ser contreras hasta en los estereotipos y hurgar ociosamente en
los extremos. El Mirrey, lo más absurdo de los años 80 por el culto al ego y la
superficialidad, regresó, desde hace un par de años, reloaded.
Paso 2.
Ubíquelo bien, su majestad
Ubíquelo bien, su majestad
Detectar un Mirrey es tan fácil como prender la tele porque al
platicar con él sentirás como si le hubieras puesto ON al control. Todo se
vuelve un lugar común: patrones imitados con la intención de ser aceptado en un
huacal que para él resulta un trono. La apariencia inquebrantablemente flashy lo es todo y un poco más: el
volumen de los pectorales (que requieren tener vida propia) no debe importar
para olvidar la función de los botones de la camisa. El pelo deberá estar,
preferentemente domado con capas geológicas de gel o cortado con bisturí para
mostrar al feudo (de Lobukis) la capilar
importancia de una belleza y aplomo convertidos en este pesacadazo. Los movimientos al caminar deberán hacer rebotar la
perfumada biomasa como si se estuviera bailando un reggaetón en cámara Phantom. Y al hablar (gritar) como si se
trajera una (cara) bola de tenis dentro, se tiene que ser orgullosamente
superfluo e insoportablemente payaso: grita por el nextel (apagado y tomado
como si fuera frisbee) nombres de
personas “poderosas”, porque hasta Peña Nieto necesita de su VoBo para saber
qué bebida comprará en Starbucks. Debe portar sus caras (imitaciones) gafas de
sol en lugares cerrados, dado que su bronceado artificial color mamey no puede
recibir un fotón más del estrobo. Pretende haber olvidado el idioma español y pronuncia
el inglés, incluso mejor que la misma Martha Debayle. Y si se trata de ropa
interior, estos amigos la vuelven exterior dejando ver el resorte de la misma,
para que veas lo cara y exclusiva que es. Y no se diga del estratégico enrolle de mangas
que tiene por objeto ventilar los salvajes músculos que abrazan a Jimmy en la cadena del antro.
platicar con él sentirás como si le hubieras puesto ON al control. Todo se
vuelve un lugar común: patrones imitados con la intención de ser aceptado en un
huacal que para él resulta un trono. La apariencia inquebrantablemente flashy lo es todo y un poco más: el
volumen de los pectorales (que requieren tener vida propia) no debe importar
para olvidar la función de los botones de la camisa. El pelo deberá estar,
preferentemente domado con capas geológicas de gel o cortado con bisturí para
mostrar al feudo (de Lobukis) la capilar
importancia de una belleza y aplomo convertidos en este pesacadazo. Los movimientos al caminar deberán hacer rebotar la
perfumada biomasa como si se estuviera bailando un reggaetón en cámara Phantom. Y al hablar (gritar) como si se
trajera una (cara) bola de tenis dentro, se tiene que ser orgullosamente
superfluo e insoportablemente payaso: grita por el nextel (apagado y tomado
como si fuera frisbee) nombres de
personas “poderosas”, porque hasta Peña Nieto necesita de su VoBo para saber
qué bebida comprará en Starbucks. Debe portar sus caras (imitaciones) gafas de
sol en lugares cerrados, dado que su bronceado artificial color mamey no puede
recibir un fotón más del estrobo. Pretende haber olvidado el idioma español y pronuncia
el inglés, incluso mejor que la misma Martha Debayle. Y si se trata de ropa
interior, estos amigos la vuelven exterior dejando ver el resorte de la misma,
para que veas lo cara y exclusiva que es. Y no se diga del estratégico enrolle de mangas
que tiene por objeto ventilar los salvajes músculos que abrazan a Jimmy en la cadena del antro.
Paso 3. Corre
Si aún así no logras dar con ellos, de plano entra al Mirreybook. Y
si no te horrorizas de inmediato, vete al espejo, date un golpecín en la
barbilla, y acéptalo: eres un consumado Mirrey en potencia.
si no te horrorizas de inmediato, vete al espejo, date un golpecín en la
barbilla, y acéptalo: eres un consumado Mirrey en potencia.
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