Espero mesa (bueno, un decir, ya que espero a alguien que me va a llevar a dar una conferencia con unos arquitectos -tampoco entendí-) afuera del Chazz.
Enorme tortura estar a centímetros de la imagen mundana del corno de la abundancia y no tener más que su aroma. Doblándome.
En la banqueta, un ser que estaba tranquilo hasta antes de escuchar su Marcha Imperial, se levanta de un brinco y dirige un discurso a mucho más decibeles de los que autoriza el buen gusto.
Pero lo antropológicamente interesante es que las tuercas del cerebro parecen no girarle con las revoluciones mínimas, si no activa sus extremidades inferiores.
Como todo buen jefe de estado (de ánimo, de salud, civil…), es importante sentirse importante. Y el ser importante exige multitasking, así que, si no tienes un destino específico, habla y da vueltas sobre tu eje.
Eres importante, recuérdalo.
Y gira.
Y este cuate caminó y caminó, y muchas palabras blandió, hasta que colgó.
Y se sentó.
Leave a reply