Paso 1. Cambia de
interlocutor
interlocutor
Así es. Se fueron los adorables vienevienes, una especie en extinción que será recordada por el
buen gusto al cambiar la memoria de tus estaciones de radio, dejar un refinado
aroma a cigarro en tu auto, estacionarlo donde podrías dejarlo tú y por
supuesto, cobrarte lo que dispongan ese día (según el alza o baja del Nikkei).
Frente a esta irreparable pérdida, Arthur C. Clarke y Nicholas Negroponte
habrían previsto una condición de inteligencia superior para resolver la falta
de secuestradores de calle: el aparato que con ceros y unos dirime la cuota,
establece tiempos y sentencia castigos. Bueno, para lo último sigue siendo
análogo y artesanal, el proceso de ponerle una “araña” a tu auto para dejarlo
bien apostado a ese lugar, si te pasas del tiempo establecido.
buen gusto al cambiar la memoria de tus estaciones de radio, dejar un refinado
aroma a cigarro en tu auto, estacionarlo donde podrías dejarlo tú y por
supuesto, cobrarte lo que dispongan ese día (según el alza o baja del Nikkei).
Frente a esta irreparable pérdida, Arthur C. Clarke y Nicholas Negroponte
habrían previsto una condición de inteligencia superior para resolver la falta
de secuestradores de calle: el aparato que con ceros y unos dirime la cuota,
establece tiempos y sentencia castigos. Bueno, para lo último sigue siendo
análogo y artesanal, el proceso de ponerle una “araña” a tu auto para dejarlo
bien apostado a ese lugar, si te pasas del tiempo establecido.
Paso 2. Echa ojo al
por qué
por qué
La primera patente de un parquímetro data de 1928, pero la
instalación de éste en las calles se lo debemos a un abogado, Carl C. Magee,
quien propuso disuadir que en Oklahoma se bloqueara la movilidad del centro de
la ciudad con autos estacionados frente a negocios. Hoy es motivo de agarrones
entre vecinos, autoridades y polis que buscan el “entre”.
instalación de éste en las calles se lo debemos a un abogado, Carl C. Magee,
quien propuso disuadir que en Oklahoma se bloqueara la movilidad del centro de
la ciudad con autos estacionados frente a negocios. Hoy es motivo de agarrones
entre vecinos, autoridades y polis que buscan el “entre”.
Paso 3. Entiende los
tiempos
tiempos
No sólo es relevante valorar el tiempo para no pasarte del
indicado por el Sr. Parquímetro, sino que cuando pluralizas este agente
entiendes que el dinero es la mejor provocación de la violencia o de la paz. Se
está dispuesto a pagar por cosas que antes eran gratis para ejercer las plenas
funciones de Homo Sapiens Sapiens: compras botellas de agua, pagas por usar una
avenida elevada y ahora depositas monedas por usar la calle, que es de todos,
siempre y cuando esta idea siga siendo persona moral. Estos tienen una
interesante carga de absurdos, por lo que requieren ser medidos con otra dosis
igual, para por lo menos enfatizar la carcajada.
indicado por el Sr. Parquímetro, sino que cuando pluralizas este agente
entiendes que el dinero es la mejor provocación de la violencia o de la paz. Se
está dispuesto a pagar por cosas que antes eran gratis para ejercer las plenas
funciones de Homo Sapiens Sapiens: compras botellas de agua, pagas por usar una
avenida elevada y ahora depositas monedas por usar la calle, que es de todos,
siempre y cuando esta idea siga siendo persona moral. Estos tienen una
interesante carga de absurdos, por lo que requieren ser medidos con otra dosis
igual, para por lo menos enfatizar la carcajada.
Paso 4. ¿Hombre o
lobo?
lobo?
Es cierto que la calle le pertenece a la ciudadanía (ese
lejano ente que nomás no aterriza en el ámbito práctico), idea que los
franeleros tomaron demasiado en serio. ¿Será que Thomas Hobbes tenía razón al
decir que el hombre es el lobo del hombre y que, como principio humano de
autodestrucción, usamos el ego para sacar partido individual a costa de la
colectividad? Si bien el montar parquímetros es una solución idónea, menos lo
era el que pulularan los vienevienes
erigidos en jeques de la colonia. Parece que la prueba de que no sabemos vivir
en sociedad, es la vida social misma.
lejano ente que nomás no aterriza en el ámbito práctico), idea que los
franeleros tomaron demasiado en serio. ¿Será que Thomas Hobbes tenía razón al
decir que el hombre es el lobo del hombre y que, como principio humano de
autodestrucción, usamos el ego para sacar partido individual a costa de la
colectividad? Si bien el montar parquímetros es una solución idónea, menos lo
era el que pulularan los vienevienes
erigidos en jeques de la colonia. Parece que la prueba de que no sabemos vivir
en sociedad, es la vida social misma.
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