Paso
1. ¿Qué quiere la niña (fresa)?
1. ¿Qué quiere la niña (fresa)?
Toma tu vida hasta el día de hoy. Obsérvala
panorámicamente, desde este momento hasta el punto más remoto, hacia atrás en
tu historia. Si en tu próximo examen de habilidades en turno te piden que
escribas los cinco instantes con mayor carga de felicidad en tu vida, ¿podrías
enunciarlos fácilmente? Ahora ubica los puntos de encuentro que tienen estos
cinco episodios y trata de ligarlos bajo un concepto. Si hacia allá orientas
tus vacaciones, serán inolvidables.
panorámicamente, desde este momento hasta el punto más remoto, hacia atrás en
tu historia. Si en tu próximo examen de habilidades en turno te piden que
escribas los cinco instantes con mayor carga de felicidad en tu vida, ¿podrías
enunciarlos fácilmente? Ahora ubica los puntos de encuentro que tienen estos
cinco episodios y trata de ligarlos bajo un concepto. Si hacia allá orientas
tus vacaciones, serán inolvidables.
Paso
2. Publica tu vacación
2. Publica tu vacación
El secreto está en no decírselo a nadie,
¡pero ah!, cómo nos encanta tener la exclusiva. Cuando por fin tengas el plan perfecto
para dominar el estrés acumulado (en capas geológicas), lo que sigue es
cacarear la tremenda oferta que encontraste. No importa si sólo encontraste el
conveniente destino vacacional de Cuautitlán, cantarle al mundo que sales de
vacaciones es, en cierto modo, las vacaciones. Por algo el llaverito de
sandalia o de ranita que sirve como recuerdo para los de tu oficina. La idea es
restregar: “Me fui (a Cuautitlán) y tú no. Algo semejante pasa con el bronceo.
Si bien el tono pardo –a veces carmesí- en la piel es alarmantemente ochentero
(Sr. Palazuelos: desmienta el dicho, por favor), el contenido significativo de
haberte tostado la piel por días tiende, por encima de acumular arrugas en
potencia y adquirir alguno de los múltiples cánceres de esta época, a que te
pregunten: “¿A dónde te fuiste?” -y respondas orgulloso: “A Curazao” (en el
municipio de Cuautitlán, claro)-. Eso vale todo.
¡pero ah!, cómo nos encanta tener la exclusiva. Cuando por fin tengas el plan perfecto
para dominar el estrés acumulado (en capas geológicas), lo que sigue es
cacarear la tremenda oferta que encontraste. No importa si sólo encontraste el
conveniente destino vacacional de Cuautitlán, cantarle al mundo que sales de
vacaciones es, en cierto modo, las vacaciones. Por algo el llaverito de
sandalia o de ranita que sirve como recuerdo para los de tu oficina. La idea es
restregar: “Me fui (a Cuautitlán) y tú no. Algo semejante pasa con el bronceo.
Si bien el tono pardo –a veces carmesí- en la piel es alarmantemente ochentero
(Sr. Palazuelos: desmienta el dicho, por favor), el contenido significativo de
haberte tostado la piel por días tiende, por encima de acumular arrugas en
potencia y adquirir alguno de los múltiples cánceres de esta época, a que te
pregunten: “¿A dónde te fuiste?” -y respondas orgulloso: “A Curazao” (en el
municipio de Cuautitlán, claro)-. Eso vale todo.
Paso
3. Necesito una bolsita dónde guardarme
3. Necesito una bolsita dónde guardarme
La cultura de la vacación exige, entre otros
ritos logísticos, la fruta, el refresco y la galleta para el camino (sea al
aeropuerto, o directamente a Cuautitlán). La espera transforma la lógica del
tiempo: no hay paciencia para el disfrute, y éste apremia. No importa cuántas
maletas, bolsas ni cocodrilos inflables lleves, empacar cuenta con la condición
emocional inversa que tiene el desempacar.
ritos logísticos, la fruta, el refresco y la galleta para el camino (sea al
aeropuerto, o directamente a Cuautitlán). La espera transforma la lógica del
tiempo: no hay paciencia para el disfrute, y éste apremia. No importa cuántas
maletas, bolsas ni cocodrilos inflables lleves, empacar cuenta con la condición
emocional inversa que tiene el desempacar.
Paso
4. Escapa
4. Escapa
Pasas todo un año esperando que sean
vacaciones y a unos días de tenerlas, la nostalgia te invade. Ya mero inician,
y por eso, ya mero terminan. Sufres. En fin, evacua y toma muchas fotos de
Cuautitlán.
vacaciones y a unos días de tenerlas, la nostalgia te invade. Ya mero inician,
y por eso, ya mero terminan. Sufres. En fin, evacua y toma muchas fotos de
Cuautitlán.
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