¿Cómo hemos de ser necios, que llegamos a acostumbrarnos de lo inacostumbrable?
En un restaurante donde el ventanal sorprende con una implacable vista del Popocatépetl, la pantalla con el resumen del resumen del partido de ayer, gana por decisión unánime (y con la Phantom).
Ni siquiera una ingenua oportunidad tiene: como llanamente «está ahí», pasa a ocupar más bien un lugar en el mobiliario y como tal, cansa.
Lo que pensará él de nosotros.
(No me extrañan, por eso, sus berrinches y fumarolas)
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