No es que no quiera ser mi amigo, es que tal vez no lo he merecido del todo. No es que no me conozca del todo, es que concibo que el proceso es en cierta manera el resultado. No es que perciba de manera alterada la realidad, es que no veo cómo pueda ser acoplada como aburridamente objetiva.
Por ello, ante la pregunta: «¿Pasillo o ventanilla?» tiene una sola respuesta, aunque vayas en medio y te toque la axila de ese tubo de metal.
Todo sea por no dejar que se extinga el sentido de la sorpresa.
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