Paso 1. Estrene y ciéguese
Dado que no tenemos otra opción consciente que la de ser seres humanos, refúgiese en sus contradicciones históricas y venga al mundo con la idea de cometer errores sin la intención de aprender de ellos.
Si hay libre albedrío, éste habrá sido diseñado para desdeñar cualquier sentido de orientación de largo plazo y obsesionarse con el oropel inmediato. Sea un auto, un teléfono, una blusa o una relación, cuando usted estrene algo, asegúrese de levantar todo tipo de expectativas, así la caída tendrá más altura, más dolor y menos sentido.
PASO 2. Ignore las reglas. ¿Reglas?
Compare este estado de vida al de la plaza de los Miis, en el Wii. Cuando decide crear su avatar, después de políticamente esmerarse en que se parezca lo menos posiblea usted mismo, toma al muñequito, lo eleva y lo inserta en una plaza donde hay otros como usted merodeando.
Sin siquiera hacerse un par de preguntas de control, empieza usted a caminar. No sabe adónde, pero es preciso caminar: como todos. No veo en qué se distinguen los Miis a los hombres, especialmente al venir a este estado, contar con la edad que decimos tener y aún no estar seguro de las reglas del juego –y peor aún, tomarse en serio el juego–. Una de estas reglas básicas: impermanencia.
Paso 3. Dispare sus “parasiempres”
Como si fuera una máquina de lanzar conceptos (que lo es), observe todos los eventos mentales a los que ha disparado con la intención de congelarlos, de no sólo decir, sino realmente esperar que “nunca cambie”, que sean friends 4ever y xoxo.
Puede prescindir de lo último, pero aprenda a hacerse responsable de lo que dice, de lo que hace y de lo que piensa. Si realmente cree que algo será para siempre y le proyecta esas cualidades, eche a andar su cronómetro, observe y aprenda.
Lo último escasea, por lo que deberá ser muy incisivo en esto si no quiere dedicar su vida a escuchar voces ajenas y suponer que el mundo opera como a usted le gustaría.
Paso 4. Exija una explicación
Cuando ocurra, pare su cronómetro, siéntese un rato a llorar, recupérese lentamente y vuelva a llorar. Repita este paso tantas veces le funcione el drama o el ser visto como víctima. Cuando hasta usted se canse de este paso, asegure al mundo que está bien y jure que no le vuelve a pasar algo semejante. Su desapego ha estrenado función en todas las plazas de su ser.
Paso 5. Estrene y ciéguese
Pero como hasta sus dichos son impermanentes (de ahí lo peculiar y jocoso del juego), olvide todo juramento tan pronto pase alguien quien se deje proyectar su esmerada colección de inseguridades y condicionamientos a los cuales usted bautizará como “química” o, peor aún, “soy de aquí y esta vez sí va en serio”.
Sea un auto, un teléfono, una blusa o una relación, cuando usted estrene algo, asegúrese de levantar todo tipo de expectativas, así la caída tendrá más altura, más dolor y menos sentido.
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