Por Eduardo Navarrete
Para ser leídas con: “#”, de Gustavo Cerati
Paso 1. Cuestione el acto mismo de cuestionar
Cualquier teoría es sólo una forma de ver el mundo. Refleja conocimientos e intenciones que tienen como fin explicarse el torcido mundo que habitamos y en el último de los casos, aprender a hacer las paces con él y hacerlo un poco menos misterioso y llevadero. Con esto en mano, pregúntese si el voltear a ver su reloj indica de manera absoluta la hora que ES, o se trata tan sólo de una convención social para conducirse por la estructura.
Paso 2. Recuerde de dónde vienen los acuerdos
La religión, la filosofía y la ciencia se formalizó desde la Escolástica, con Tomás de Aquino. El mundo ese entonces (siglo XV) era visto integralmente: un solo bloque de fórmulas, estructuras y designaciones que no daban cabida a otro mundo, sino a aquél que sólo podía captarse por los sentidos.
Paso 3. Cuestione la validez de su “Yo”
Piense que la visión del mundo y su historia, ha sido filtrada a través del ego, (primero yo, luego yo), situación que envilece el enfoque mismo de la condición humana por el hecho de atesorar cualquier intención en una motivación aferrada y enquistada en el yo. Si se lee literal la Biblia, el Sol gira alrededor de la Tierra. De aquí que la factibilidad de entender a dios por medio de su creación, sea tan válida como la percepción de supeditar la traslación del Sol a la Tierra. Si nos diéramos el tiempo de tenerlo para no pensar, exclusivamente en términos de nuestro propio y limitado bienestar, la historia de la civilización cambiaría radicalmente.
Paso 4. Ponga a prueba eso llamado “Civilización”
Es simple: Hemos aprendido fórmulas y teoremas pero no tenemos tiempo para mejorar como especie. La tecnología es la mejor prueba de la evolución, a pesar de que seguramente sus abuelos vivían más tranquilos, tenían más tiempo para ellos y sin duda alguna, tenían una mayor calidad de vida.
Paso 5. Relájese y matemos el tiempo
El tiempo es una medida que pusimos para saber qué tan tarde llegaríamos a nuestras citas. Pero piense por un momento que no vemos el mundo. Vemos éste, filtrado a través de nuestro modelo de prejuicios y condicionamientos. De ahí que el tiempo pase indiscriminadamente sin siquiera cuestionar la relevancia del empleo de éste para ser cuestionado como algo que pasa y en el cual tendría que enfocarse momento a momento. Puede suponer que sobra, cuando en realidad no existe así y cuando seguramente cobre cuenta de esto, cruce los dedos. Esperemos que paradójicamente no sea demasiado tarde.
Leave a reply