Para ser leídas con: “The Bellman’s Speech”, de Bajka
Una rebelión al entumecimiento de Eduardo Navarrete
Paso 1. Cuide la integridad de su frío
Evolucione y supere el tema del frío como irónico rompehielos de oficina. Sea aventurado y proteja sus propios temas de conversación. El frío está harto de ser tomado a la ligera y por ello cobrará venganza si se entera que lo siguen usando de esta manera irrelevante y fútil.
Paso 2. Valide lo desconectados que estamos
La insensatez de aparecerse en el trabajo sin chamarra provocará desacreditaciones en masa que serán más divertidas que ponerse un saco y acabar con el juicio espontáneo. Vea cómo rara vez, salvo que haga un frío criogénico o un calor para encuerar al prójimo, tomamos conciencia de la temperatura y de lo lábiles que somos ante el movimiento de unos cuantos y espontáneos grados. Esta desconexión con el clima se puede atestiguar tan pronto llega a la palma de su mano un celular, o cualquier evento que tenga la noble capacidad de distraer su atención (cosa que difícilmente ocurrirá).
Paso 3. El frío se contagia
Percibimos la temperatura de manera diferenciada y acorde a una multiplicidad de variables internas, por lo que sería ya fecha para hacer las paces con algo que parece meramente externo y amenazador desde su propia existencia. Por ejemplo, gracias a las neuronas espejo, si usted ve a alguien tiritando, es probable que empiece a experimentar frío. ¿Existe, entonces, de manera absoluta y externa el frío?
Paso 4. Refúgiese en su cálida oficina
La realidad se ha vuelto anticlimática. Si no me cree, recuerde su lugar de trabajo y vea cómo el tiempo es ignorado en sus condiciones climáticas más primarias: en un remedo de guarida donde uno pasa 8 horas dando la espalda a la ventana, a menos que alguna celebrada novedad (como la alarma sísmica) obligue a romper la rutina y recordar que vive en un ecosistema temporalmente tomado por los edificios. En estos, el doble cristal, el café de máquina, los chascarrillos de escritorio a escritorio, el universo pendiendo de la red y la calefacción, contribuyen al bonito arte de ignorar lo que pasa afuera.
Paso 5. Enfríe su cabeza
La miserable pero fascinante paradoja es que mientras más nos modernizamos, ignoramos de igual manera al mundo como se presenta a los limitados y engañados sentidos. En parte porque hemos echado a perder este mundo sin olvidar la enferma fascinación que guardamos al forzar, desde el clima (y volverlo artificial), hasta el vínculo esencial con la naturaleza.
Paso 6. El mundo es de quien no le da frío.
Junto con el calor, el frío es una de las invenciones más polémicas de la especie humana. Aventurarse sin chamarra al de por sí complejo mundo, a sabiendas de que la temperatura cambiará como se da en el secreto mundo detrás del refrigerador, lo hará todo un guerrero. Con toda certeza usted ha sido múltiplemente regañado en la vida por no traer el suéter. No sólo llegó el momento de superarlo, sino de cobrar una fría venganza.
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